Enterrar a los muertos y rezar por los muertos y los vivos

prier pour les morts et les vivants

Cada uno estamos en relación con personas, gente importante en nuestra vida.

Y cuando una persona está gravemente enferma y va a morir, nosotros deseamos cuidarla y acompañarla, en la medida de lo posible, con una visita, un sms o una postal, etc.

Estamos invitados a cuidar hasta el final en el momento de la muerte a nuestros padres, a los hermanos, a los amigos o a nuestros compañer@ de camino.

Cuando una persona cercana muere, el entierro y la oración por ella es un gesto bonito de misericordia.

Nosotros depositamos, en la tumba el cuerpo de esta persona que amamos.

Frecuentemente, durante la inhumación hay personas que no creen en Dios, ni en la Resurrección de Jesús o están en búsqueda.

Los bautizados creen que Cristo ha resucitado y que la final de su camino en esta tierra, ellos también resucitarán para una vida de Felicidad eterna con Dios, y se encontrarán con todas aquellas personas conocidas y amadas durante su vida en esta tierra y con personas “de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Ap 7, 9) de todas las generaciones.

Cuando rezamos por una persona fallecida, nosotros la confiamos a la misericordia de Dios, con la confianza de encontrarla un día como lo prometió Jesús a sus apóstoles : “Que vuestro corazón no sea confundido, creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre, hay muchas moradas; sino os lo hubiera dicho: “Me voy a prepararos un lugar” Cuando me haya ido a prepararos un lugar, volveré y os llevaré conmigo, de manera que ahí donde yo esté, vosotros estéis conmigo. Para ir a donde yo voy, ya conocéis el camino.” (Evangelio de San Juan 14,1-4)

El Papa Francisco nos anima a rezar también por los vivos en la comunión de los santos.

El recuerdo de los difuntos no debe hacernos olvidar de rezar por los vivos. Desde ahora, aquí en la tierra, Dios está con nosotros, nosotros caminamos en su presencia y nosotros creemos que el amor misericordioso de Dios y de los santos están siempre a la escucha de nuestras oraciones.

Los difuntos interceden por los vivos que rezan por ellos. Nosotros recibimos de unos y otros la fuerza de creer y de amar. Es un intercambio, es la comunión de los santos.

Rezar por los muertos de nuestra familia, calle, barrio, ciudad, país, mundo: « Señor danos la alegría y la fuerza de hacer de nuestra vida una peregrinación hacia ti…»