Visitar a los enfermos

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Visitar a una persona enferma, es un bello gesto de Misericordia, un gesto de gran humanidad.

La persona enferma frecuentemente se siente sola. Y una visita es un momento de alegría.
Una sonrisa, una caricia, un apretón de manos son gestos muy sencillos, pero muy importantes para aquellos que se sienten abandonados a ellos mismos. Desde el momento que se realiza en el nombre del Señor, esta visita se transforma en una expresión elocuente y eficaz de misericordia. (Papa Francisco)

Cuando nosotros visitamos a un amigo o a un familiar sabemos que esta persona no está enferma, pero ante todo es un ser humano con toda su riqueza… su historia, sus miedos, sus deseos, y sus debilidades como cada uno las tenemos.

Esta visita es un momento bonito de compartir. La persona que sufre disfruta de un momento de felicidad y de serenidad, y la persona que viene a su encuentro con respeto y cariño, es enriquecida por la cercanía de la persona que sufre.

La vida de Jesús, en particular durante los tres años de su ministerio público, fue un encuentro constante con las personas. Entre esas personas los enfermos ocuparon un lugar particular. Numerosas páginas del Evangelio, hablan de esos encuentros! El paralítico, el ciego, el leproso, el endemoniado, el epiléptico e incontables enfermos de todo tipo… Jesús se hizo cercano a cada uno de ellos…* (Papa Francisco)

Visitando a un enfermo, nosotros ponemos nuestros pasos en los de Jesús, y a su ejemplo nosotros vivimos “un encuentro con la Misericordia”.

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*Papa Francisco, Audiencia general, 9 de Noviembre 2016, año jubilar de la Misericordia.