El Cenáculo

Una respuesta al malestar de muchos jóvenes

El Cenáculo nació en Italia cerca de Turín en 1983. Fue fundado por una religiosa (Hermana Elvira) en respuesta al malestar de muchos jóvenes, perdidos en el mundo de las adiciones et frecuentemente marginados.

« Somos una familia de « pecadores públicos” personas amadas y salvadas por el Señor que se inclinó sobre nosotros cuando estábamos en el fango del pecado. Somos una comunidad de hombres y de mujeres que han experimentado que la Misericordia del Señor es más grande que todos los errores y que todas las heridas del mal.” H. Elvira

En un acogida gratuita y una formación exigente, el Cenáculo propone un estilo de vida comunitario sencillo y familiar: La amistad sincera como fundamento de las relaciones humanas y de la fraternidad, el descubrimiento del trabajo vivido como don y compromiso para madurar en las responsabilidades de la vida, la oración y la fe en Jesucristo como respuesta a la necesidad infinita que tiene el corazón humano.

Las personas acogidas en el cenáculo pueden sentirse en su casa y encontrar su dignidad y la alegría de vivir.

Se propone paralelamente un camino (o acompañamiento) a los familiares de las personas acogidas.

El Cenáculo está presente en muchos países con más de 60 “fraternidades”.

El 15 de Junio 2015, el Cenáculo ha sido reconocido definitivamente por la Iglesia católica como Asociación Internacional de fieles de derecho pontificio.

En América del sur y en África, el Cenáculo ha respondido a realidades misioneras de manera concreta con niños de la calle abandonados, han sido acogidos en casitas gestionadas por jóvenes voluntarios que se comprometen mínimo durante dos años. Esos jóvenes misioneros ofrecen un ambiente familiar donde los niños a pesar de sus heridas, pueden sentirse acogidos, amados, educados y responsabilizados para recuperar la confianza en la vida.

«  Yo siempre deseé ir en misión, pero las puertas a las cuales yo tacaba no se abrían pues yo era un toxicómano. Yo entré en el Cenáculo dónde he descubierto que mi primera misión era de reconstruirme para ser una persona responsable. Después de tres años de proceso, el Cenáculo confió en mí y me envió a Brasil en misión con los niños de la calle.” Jérôme

« Después de un tiempo de experiencia en el cenáculo, yo expresé mi disponibilidad para ir de misión. Así, se realizó un “viejo sueño” de hacer alguna cosa por los niños abandonados. Yo he vivido así varios años en Perú y hoy me encuentro en la misión de África, en Liberia. Con los niños y los adolescentes, la vida es mejor: verlos crecer y desarrollar sus capacidades me llena de alegría! » Sabine