Testigos de la Misericordia

Encontrar a Jesús conduce a la misión, a testimoniar de “la alegría del Evangelio, de la alegría de la Misericordia” que da vida.

El día que confió San Juan Pablo II, el mundo a la Misericordia de Dios, en el santuario de la divina misericordia de Lagiewnicki, cerca de Cracovia, se exclamó: “En la misericordia de Dios, el mundo encontrará la paz, el hombre encontrará la felicidad!… Sed los testigos de la Misericordia! (17 de Agosto 2002).

Frecuentemente, el papa Francisco invita a cada bautizado a ser un discípulo misionero de Jesús: “A manifestar con la vida y con las palabras, que Dios nos ama a cada uno y que no se cansa nunca de nadie”.

«Todos estamos invitados a « salir », como discípulos-misioneros, poniendo al servicio de los demás sus talentos, su creatividad, su sabiduría y su experiencia en lo que concierne el anuncio del mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana. (…)
La Iglesia cuida de aquellos que no conocen el Evangelio, porque ella desea que todos sean salvados y lleguen a tener la experiencia del amor del Señor. Ella “tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón vivo del Evangelio” (Papa Francisco, El Rostro de la Misericordia, nº12) y de anunciar en todos los rincones de la tierra, hasta llegar a todo hombre, mujer, anciano, joven y niño.

A lo largo de los meses, vosotros descubriréis los testigos de la Misericordia de hoy y los santos Apóstoles de la Misericordia.